Cuando las empresas farmacéuticas ensayan nuevos fármacos o vacunas, una vez descartado que el nuevo producto no es tóxico, comprueban el efecto en humanos. Para ver el efecto positivo deseado y los posibles efectos no deseados se suelen comparar dos grupos. Ambos grupos deben ser comparables en cuanto a edad, sexo, estado de salud, raza, etc. En uno de los grupos se administra el nuevo producto y en el otro o no se administra, o se usa un placebo. Este segundo grupo se denomina grupo control.
Es muy importante que todo este proceso se realice de forma meticulosa, no se escondan resultados adversos y, si es necesario, se rechace el nuevo medicamento o vacuna.
Hasta ahora esto se realizaba de esta manera y eso hacía que confiáramos en los nuevos productos que las empresas farmacéuticas sacaban al mercado. Incluso haciendo todo correctamente a veces aparecían efectos indeseados cuando se usaban masivamente en la población general. Hay muchos ejemplos de ello: Talidomida (que provocaba malformaciones), primera vacuna de rotavirus (que provocaba aumento de invaginación intestinal), primera vacuna del Dengue (que provocaba enfermedad mejorada), Chapis (que provocaba aumento de los casos de cáncer), vicodina (que provocaba adicción), etc.
Históricamente, a veces las empresas farmacéuticas habían falseado resultados o incluso ocultado a sabiendas efectos secundarios de sus productos. Eso ha hecho que en ocasiones hayan sido condenadas con multas elevadas. El problema es que a veces la ganancia es tan alta que les merece la pena arriesgarse.
Por eso es muy importante que las autoridades sanitarias realicen una vigilancia una vez que un nuevo fármaco ha sido autorizado.
Pero….. llegó la “pandemia” del COVID
Y todos estos protocolos saltaron por los aires. Y eso lo hemos sabido posteriormente por orden judicial, ya que en los contratos que obligaron a firmar a los gobiernos se especificaba que no iban a sacar esos datos hasta dentro de 75 años.
Justificándose en la urgencia se hicieron cosas éticamente discutibles: (en las referencias se detallan casos)
1-Se autorizó el uso en humanos de unas nuevas terapias (en realidad es terapia génica más que una vacuna clásica) basándose en experimentos animales con muy poca casuística. Incluso cuando los resultados en esos animales no eran nada tranquilizadores en cuanto a su seguridad.
2-Los primeros ensayos que se realizaron en humanos no dieron unos resultados muy prometedores en cuanto a su seguridad, pero se comercializaron.
3-Además, se eliminó el grupo control (se vacunó), por lo que no podemos comparar ambos grupos para ver si aparecen posibles efectos secundarios de las vacunas a largo plazo.
4-A pesar de lo anterior, se autorizó su uso masivo en la población general, incluso se recomendó (se sigue haciendo) en embarazadas y niños de más de 5 años.
5-Cuando empezaron a aparecer efectos secundarios como la miocarditis o trombosis, costó mucho que las empresas y las autoridades sanitarias lo admitieran, aunque estaba en el listado de posibles efectos que las empresas aportaron a los gobiernos. Por cierto, ese listado no era de acceso público.
6-Se ha hecho oídos sordos al aumento inexplicable de la mortalidad en todos los países con alta tasa de vacunación, incluso en gente joven y deportista. Ese aumento sigue sin ser investigado por los gobiernos. Gobiernos que serían responsables de esos efectos (aunque ahora dicen que nunca obligaron a la vacunación) ya que en el contrato que firmaron con las empresas farmacéuticas, éstas quedaban exentas de responsabilidad (incluso de los gastos jurídicos de defensa).
7-Se silenciaron opiniones de científicos y médicos que no estaban de acuerdo con el mensaje oficial, cuestionando la existencia de la pandemia, su gravedad, los protocolos de tratamiento y la urgencia en la autorización de las vacunas, así como la técnica en su fabricación.
¿Cómo consiguieron todo esto?
Hay mucho dinero en juego de grupos de inversión; grupos que invierten en empresas farmacéuticas, medios de comunicación, revistas científicas, asociaciones científicas, colegios de médicos, políticos, OMS (organismo de financiación privada), etc.
Siendo preocupante la forma de actuar, lo peor es que parece ser que esta va a ser la forma de actuación cada vez que la OMS declare una urgencia sanitaria.
Por lo tanto, cuando se declare la próxima pandemia me pido formar parte del grupo control y no probar nuevos fármacos, aunque me arriesgue a contagiarme con el nuevo virus que vaya a acabar con la humanidad.